Estoy
harto de quererte, de extrañarte eternamente,
De flotar
entre capsulas crepusculares de colores neón,
Fluorescencia
de burdel parisino en decadencia
De
respirar nostalgias en formol
Estoy
harto de extinguirme a cada momento
De
esfumarme como los recuerdos,
De mirarte
desde lejos, etérea, inconstante, borrosa, distante,
Sumisa a
la obligación de borrarte
Estoy
harto de escuchar tu silencio,
Como
aullido de animal herido,
Desangrando
flores a través de tus ojos,
Masticando
el pasado putrefacto
Tragando
siluetas que saturan mis ojos de ira,
Saboreando
caminos andados a ciegas
Estoy
harto de sentir tus manos incesantes acariciando mi espalda
Mientras
me arrastro hacia el oscuro,
Y que tus
labios congelados, de tanto tiempo de no besarlos,
Me
arrullen bajo una atmósfera asfixiante
Que me
pesa como las edades a la Historia,
Amaneceres
que me aplastan,
Que me
abrazan y que nublan mi mirada distorsionada,
Calmada
por un analgésico o un ácido en mis entrañas
Porque tú
sigues viva,
Aferrada a
mis pisadas,
Y te
azotas contra mí en la inmensidad apagada
Y me
susurras el estribo
De una
canción escrita en tiempos de extinción,
Guardada
como el secreto más preciado,
En el
rincón más profundo,
Del último
cajón del armario de tu habitación,
Sin luz
Estoy
harto de estar detrás de estos cristales,
De conocer
la salida y no poder estrellarlos,
De no
distinguir el aroma de la muerte
Y de no
morir contigo, sino sin ti.

No hay comentarios:
Publicar un comentario