25 ene 2012

Ha llegado el momento de sacrificar el último elefante.


No podría asegurar que estoy ‘enamorado’ de usted.

-Hey mono. ¿Sigues ahí?
...

Preguntas sin respuestas me abordan de cuando en cuando,
cual vendedores de sueños en las calles desoladas,
llenas de desesperanza.

Sucedes cual ave imaginaria.
Alas desconocidas,
que en ocasiones se desatan de tu cuerpo lastimado,
y viajan perseguidas por mis ojos.
Ojos que no ven, corazón que no siente,
presiente.

Tus pasos, silenciosos en la escalera,
Colosales en los pisos de madera.

Y una sonrisa clandestina
Que me arrebata mis miedos y los hace trizas.

Me encontraré un día, tal vez, con mis cenizas,
pisoteadas por el olvido, quizá.
Y renacer de las sombras para llenar de color tu mirada
agrietada por el paso de tantos inviernos calcados.

Vamos a abrir una puerta que nos conduzca
a donde nunca quisimos llegar.
Quememos los caminos de regreso,
los presagios, las mentiras,
los sonidos desgastados de tanto repetirse.

Ha llegado el momento de sacrificar el último elefante.
Su voz agonizante ha de guiarnos hasta ese precipicio
que andábamos evitando para poderlo encontrar.

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