El aire frío sopla renuente a irse, va congelando lentamente mis ganas de levantarme. Es plácido estar mirando el mar detrás de esta ventana, sin el miedo recurrente a encontrarme otra vez. Y van palideciendo las horas, expiran los instantes que guardamos para no volver a verlos jamás... bien sabemos que se acerca el momento de despedirnos, de mirarnos fijamente a través del cristal que nos separa, nos detiene. Nada habrá ya. Ninguna cuerda para asirnos y no caer al vacío de esta soledad inminente. Pero tú me arrastras nuevamente...podemos caer juntos...desaparecer. Abrazarnos mutuamente y sentir como el azul del agua nos traspasa la piel y se funde con nosotros en una explosión de luz infinita... ¿Cuánto tiempo aguantaremos así? Si llegamos al final del camino, tal vez podamos inventar uno nuevo...Llegó la hora de dormir...suavemente como sólo tú lo sabes hacer...Dejándote arrastrar por la suavidad de un sueño inerte, eterno, sin principio ni final...que sólo estaba aquí por el placer de hacerlo...Mira despacio, por última vez, trata de atrapar nuestro instante con tus recuerdos...pues nada quedará después del cataclismo...
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