Es casi de madrugada, aún no consigo dormir, y el fondo fluorescente de la habitación hace que cierre los ojos… de cuando en cuando mi cerebro deja de funcionar, se detiene, pero regresa como para restregarme que sin su hacer no soy nada. Trato de guardar calma para escuchar el sonido de la oscuridad…murmullos a lo lejos…pasos hacia mí…y entre las sombras diviso una figura que no parece mortal. Disminuyo mi respiración para tratar de pasar desapercibido, pero sus oídos agudos escuchan el latido intermitente de mi corazón. Puedo sentir el fuego de su mirada calcinando mi aliento, y el dolor que sus garras, aún lejanas, pueden causar en mi piel…El visitante hurga tranquilamente, olfatea mi presencia…tengo claustrofobia y no se cuanto tiempo más aguantaré escondido…la atmósfera se hace cada vez más densa, acuchilla mis pulmones en pausa…Creo imaginar que mis ojos intentan salir de su órbita…quieren escapar…La habitación sufre metamorfosis, se va transformando en un bosque…hay mucha niebla y apenas distingo mis manos…intento atrapar el aire…no lo consigo…intento correr, pero mis pies han echado raíces en el suelo…escucho la respiración de mi “amigo” justo a mi lado izquierdo, debajo del cuello…busca decirme algo, pero no lo entiendo…mis tímpanos revientan y ahora solo veo…mis manos comienzan a deformarse…mi cuerpo se ensancha cada vez más… mi boca comienza a cerrarse…mis ojos a empequeñecerse…Dentro de mi cuerpo percibo un colapso en potencia…un remolino sin piedad…Ya no miro, pero sigo sintiendo…alguien trepa sobre mí…algunas de mis hojas comienzan a desprenderse, siento sus garras sobre mi ser…siento que sus colmillos van a morderme…despierto.
3 jun 2010
25 may 2010
"Dalila" Xavier Velasco\\
“Yo no sé si usted llegó a mí vida con la misión expresa de rescatarme de una guillotina
inminente, pero es cierto que su llegada me salvó de escoger entre la muerte y la locura.
La locura: una cárcel distante cuyas puertas son tanto más nítidas cuanto menos uno se
resigna a vivir en el horror. La locura no brota como una súbita infección en el cerebro. La
locura es aquella enfermedad que sólo nos amenaza cuando ya sus uñas se han alojado en las
entrañas, de modo que pelear contra ella es también despedazarnos el vientre, oprimirnos los
pulmones, perder el miedo a la muerte como se pierden la inocencia y el amor. El amor es un
bien que no he perdido. Cuando entre las condiciones que se le ponen al amor no se halla la
correspondencia de quien se ama, y en realidad tampoco puede hallarse ninguna otra porque
se ha decidido amar incondicionalmente, el amor, que por su propia vehemencia vive más allá
de posesiones tan irrelevantes como el bienestar y la cordura, sólo puede perderse con la vida.
No he muerto, luego amo.
Amo a una mujer a la que no conozco, y tal vez a eso se deba que no puedo cesar de
contemplarla cada vez que la ausencia del mundo me brinda el anestésico de la soledad. Sé
que esa mujer existe, podría dibujar la fachada de la casa donde vive y pienso, porque así aún
lo quiero, que ocupo algún lugar en su memoria; pero a mi la memoria no me ha servido sino
para frenar mis pasos, atar mis ojos al interior de los párpados y proyectar en ellos la película
más obsesiva del mundo: Dalila.
Dalila es un nombre que no tiene cuerpo. Dalila es la palabra que a diario me visita pero
jamás se queda a dormir. Dalila son seis letras formadas por cuchillos. Dalila es el principio
de la música y el fin de la plegaria. Dalila es ese nombre que un día escribí en los muros de la
casa de Dios, desde entonces acaricio su textura, tal como otros recorren con manos, boca y
ojos a sus mujeres. Dalila se pronuncia degollando la lengua, y luego acariciándola. Es el
nombre que tuve que inventar para ocultar al otro: el innombrable, aquel que sepulté para ya
no decirlo ni pensarlo ni escribirlo. Y si hoy abandono mi juramento y escribo ese nombre en
el sobre donde habrán de viajar moribundas de miedo estas palabras, lo hago con el solo
propósito de que lleguen hasta usted, aunque con la secreta esperanza de que jamás lo logren.
Quiero pedirle perdón por mi atrevimiento, por mi cobardía y por cada una de las debilidades
que con seguridad me hacen indigno de habitar sus recuerdos. Pero antes de narrarle una
historia que es más suya que mía, debo también pedir perdón por ella, por Dalila.
Dalila es usted”.
24 may 2010
...can you...??
¿Puedes ver la desesperación dentro de mis ojos?
¿Puedes oler la ansiedad en mis labios?
¿Puedes tocar la resignación que llevan tatuada mis palabras?
Me dirijo a una prisión ineludible. Hacia una jaula invisible.
Mi respiración se tensa tanto que puede reventar en cualquier momento...
¿Cuando me perdi en el laberinto de mis sueños fracasados y perdidos?
Sólo intento resucitar mi sonrisa y aferrarme como un demente al tibio aliento de la eternidad...
Somos luz...
Somos sonido...
Somos...
22 may 2010
Nadie esta aquí, no hay nadie aquí, nada hay aquí...\\
El aire frío sopla renuente a irse, va congelando lentamente mis ganas de levantarme. Es plácido estar mirando el mar detrás de esta ventana, sin el miedo recurrente a encontrarme otra vez. Y van palideciendo las horas, expiran los instantes que guardamos para no volver a verlos jamás... bien sabemos que se acerca el momento de despedirnos, de mirarnos fijamente a través del cristal que nos separa, nos detiene. Nada habrá ya. Ninguna cuerda para asirnos y no caer al vacío de esta soledad inminente. Pero tú me arrastras nuevamente...podemos caer juntos...desaparecer. Abrazarnos mutuamente y sentir como el azul del agua nos traspasa la piel y se funde con nosotros en una explosión de luz infinita... ¿Cuánto tiempo aguantaremos así? Si llegamos al final del camino, tal vez podamos inventar uno nuevo...Llegó la hora de dormir...suavemente como sólo tú lo sabes hacer...Dejándote arrastrar por la suavidad de un sueño inerte, eterno, sin principio ni final...que sólo estaba aquí por el placer de hacerlo...Mira despacio, por última vez, trata de atrapar nuestro instante con tus recuerdos...pues nada quedará después del cataclismo...
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